Hoy es el 11 de septiembre del
2017, y parece que lentamente la situación comienza a volver a la normalidad después
del catastrófico paso del Huracán Irma por el Caribe y el sureste de Estados
Unidos, podemos ver por los canales de televisión la estela de destrucción y
los paisajes de desolación que dejó uno de los huracanes más potentes de la
historia. Estas últimas semanas han resultado bastante complejas, el Huracán
Harvey atacó a Texas y dejó bajo el agua a la ciudad de Houston, días después
en México un terremoto grado 8,1 sacudió a la localidad de Chiapas dejando
aproximadamente a 96 personas fallecidas principalmente de la ciudad de Oaxaca,
y desde el este se formaba uno de los mayores huracanes que ha enfrentado la
humanidad, Irma; dejando destrucción y muerte a su paso, y junto a este, otros
dos huracanes Katia y José, aunque no significaron mayores problemas para el
hombre debido a que nacieron y se degradaron en el océano.
Este último tiempo ha resultado
muy complejo, además de los desastres naturales, fuertes rumores de guerra han
quitado la tranquilidad a toda la humanidad ante la amenaza real de una
hecatombe nuclear en un conflicto que mantiene enfrentados a Corea del Norte y
a Estados Unidos, conflicto al que podrían sumarse más actores. Podríamos pensar
que estas situaciones son normales dentro del comportamiento de los seres
humanos a través de la historia, y de los diferentes catástrofes que hemos
debido enfrentar, lo cierto es que no debemos cerrar nuestros ojos para dejar
de ver lo que ocurre, y como aquellas señales nos hablan de la proximidad de
una realidad que nos fue predicha con mucha antelación y de la que debemos
estar atentos como hijos de YHVH que somos, creo que estamos ante un tiempo en
que debemos dejar nuestra ceguera para abrir nuestros ojos y darnos cuenta del
engaño en que hemos estado sumergidos por cientos de años, siguiendo religiones
falsas, a falsos profetas que nos han engañado y nos han mantenido ciegos, pero
ya es el tiempo, el tiempo de volver al redil correcto junto a nuestro Mesías y
a nuestro Creador, ya es tiempo de que dejemos las vanas fábulas de
predicadores protestantes que no han hecho más que engañar a todo un pueblo que
continua sin conocer su verdadero origen y su futuro destino, recuerdo las
palabras del profetas Isaías, quien señala:
“Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos;
asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre
vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante
de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscar el
juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
Venid luego, dice YHVH, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nueve serán emblanquecidos; si fueren tojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis consumidos a
espada; porque la boca de YHVH lo ha dicho” (Isaías 1:15-20)
El profeta Isaías habla a un
pueblo que se ha extraviado, al mismo pueblo que hoy continua extraviado,
siguiendo extrañas doctrinas católicas y protestantes que nada tienen que ver
con lo que nos enseñan las escrituras, y dejándose engañar por pastores
ignorantes que llevan a la perdición al pueblo de YHVH, ¡Venid y estemos a
cuenta dice el Señor!, es un mensaje absolutamente actual, el mundo ha entrado
en un estado de degradación de la que ya no tendrá vuelta atrás, y su pueblo
aún no toma conciencia de quienes son, Israel continua muerto en extrañas
doctrinas que no le pertenecen, pero todos los sucesos de los que somos
testigos, nos llaman a despertar y comenzar nuestro camino hacia nuestra
redención, ¡Despierta Israel, tu que duermes, ya es hora de abrir los ojos! No debemos
esperar a ver más desastres, más rumores de guerras, más aparición de epidemias,
las palabras de nuestro Mesías están escritas hace dos mil años, para que
nuestra generación las viera cumplirse, no para permanecer adormecidos, si no
para erguir nuestra cabeza y mirar cómo se acerca aquella redención que nos ha
sido prometida, el mundo puede continuar con sus afanes, con sus deseos de
generar un mundo como más les acomode, donde puedan contraer matrimonio con
quienes deseen, sean del mismo o de distinto sexo, donde se agolpen para matar
a sus hijos, o los diversos deseos que tengan en su corazón apartándose de la
palabra de YHVH, ellos ya no oirán su voz y no se pondrán a cuenta con Él, este
llamado es para los Hijos de Israel que están en medio de ellos y quienes han
de escuchar su voz, no importa los que digamos, ellos no oirán, pero nosotros
no debemos olvidar las palabras de YESHÚA en el monte de los Olivos:
“Y estando él sentado en el Monte de los Olivos, los discípulos se la
acercaron aparte, diciendo: dinos, ¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá
de tu venida, y del fin de siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie
os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: yo soy el Cristo; y a
muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os
turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de
dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis
aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán
entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos
falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado
la maldad, el amor de muchos se enfriará, más el que persevere hasta el fin,
éste será salvo” (Mateo 24:3-13)
Las palabras de nuestro Mesías
cobran cada vez más sentido, y vemos como aquellas señales se acrecientan cada
vez más, pero junto con ello el engaño se hace cada vez mayor, esta última
semana nos ha dejado una gran lección, vino un huracán, luego un terremoto y
luego un nuevo huracán, que nos han dejado una lección que no debemos pasar por
alto, los desastres naturales que hemos visto, sobre todo este último, Irma,
nos deja la evidencia de nuestra pequeñez ante el poder que viene del creador y
que se manifiesta en la naturaleza, como sociedad, en este hipermodernismo en
el que nos hemos sumergido, nos hemos olvidado del ser por la conquista de las
cosas, dándole un valor que no tienen, y viene un huracán que nos despoja de
todo y sólo queda nuestra propia vida ante la inmensidad de la creación, sólo
nuestra propia vida, la que para estos tiempos que vivimos ha sido despreciada,
pero que en realidad es lo que tiene más valor que todas aquellas cosas por las
que luchamos por adquirir a través de toda nuestra vida, debe venir un huracán
como Irma para recordarnos lo que es realmente valioso, para recordarnos lo que
somos; quizás antes que lamentarse, este es un tiempo en que debemos agradecer
ante nuestro Señor por lo que nos ha dado, y porque es una oportunidad para
tomar conciencia de quienes somos, de lo que tiene valor, de que las palabras
de nuestro Mesías son verdaderas y que nos habló de este tiempo en el que nos
ha correspondido vivir, somos un pueblo que a pesar de haber muerto hemos sido
resucitados para vida eterna, debemos dejar las fábulas para seguir al verdadero
y dejar el engaño, gran lección nos ha dado Irma, una lección para no olvidar
mañana y continuar con nuestra vana manera de vivir, el Señor nos da y el Señor
nos quita, y en ocasiones como está nos recuerda cuan débiles y frágiles somos,
en ocasiones como esta se nos recuerda que sólo somos hombres.
“El Señor quita la vida y la da; nos hace bajar al sepulcro y de él nos
hace subir. El Señor nos hace pobres o ricos; nos hace caer y nos levanta. Dios
levanta del suelo al pobre y saca del basurero al mendigo, para sentarlo entre
grandes hombres y hacerle ocupar un lugar de honor; porque el Señor es el dueño
de las bases de la tierra, y sobre ellas colocó el mundo” (1 Samuel 2:6-8)
Nuestra oración va para todos
aquellos que han perdido no solo las cosas, sino también la paz, para que
nuestro Señor y Salvador Yeshúa, la restablezca y traiga nuevas bendiciones a
sus vidas, en el Caribe, el sureste de Estados Unidos y en especial a nuestros
hermanos en Cuba.
Gabriel Elias.
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