La prensa egipcia de todas las inclinaciones exhortaba a cristianos y musulmanes a mantenerse unidos, temiendo que la masacre cometida en Nochevieja provocase tensiones cada vez más graves entre las dos comunidades.
"Alguien quiere ver explotar al país" y provocar "una guerra civil religiosa" en Egipto, afirmó el diario pro-gubernamental Rose al-Yusef.
Por su parte, el diario independiente Al Choruk advirtió que "si el plan (de los terroristas) marcha según lo previsto", Egipto podría verse sumergido en una guerra civil como la que ocurrió en Líbano en abril de 1975.
Sin embargo, la estrategia del gobierno de tratar el atentado ante todo como un asunto de seguridad, que atenta contra todos los egipcios sin importar su confesión, fue criticada.
"No será posible contener el impacto de este acto criminal (...) sino haciéndole frente de manera franca y valerosa, sin meter la cabeza en la arena" frente a las tensiones interconfesionales, escribió el diario Al-Masri Al-Yum.
La hipótesis de un coche bomba, barajada en un principio por las autoridades, fue descartada por el ministerio de Interior, que reveló que la masacre fue "probablemente" perpetrada por un kamikaze, que habría llevado explosivos de fabricación casera pero habría seguido órdenes "de elementos externos".
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