Al parecer el Vaticano comienza a tomar el lugar que le corresponde en el escenario de los acontecimientos finales de nuestra historia, los actores de esta última escena se alistan para entrar en acción, los países árabes comienzan a radicalizarse en su postura religiosa, la mirada de occidente ya mira hacia Siria y hacia Irán, China y Rusia comienzan a tomar protagonismo, mientras Estados Unidos se hunde irremediablemente dejando a Israel prácticamente solo frente a sus enemigos que se fortalecen cada día, mientras tanto el Vaticano nos sorprende con esta declaración la que no debe ser ignorada. El Vaticano y su líder religioso, el Papa, deberá ser aquel profeta, en rigor el Falso profeta, quien como un falso precursor señalará el camino para la aparición de aquel inicuo, que ha de venir a usurpar el lugar del Mesías de Israel, así como Juan preparó el camino para la venida de Yeshua el mesías, este líder de la iglesia apostata, ha de señalar el camino para el antimesías, más conocido como anticristo, que ha de venir para engañar al mundo entero. Lo más probable es que aún no sea aquel momento, pues me imagino que debería ser un personaje que acapare la atención del mundo, quizás por su carisma, o por señales especiales como lo señalan las escrituras, la verdad es que el actual Papa, esta lejos de ser una persona carismática que arrastre multitudes.
Las escrituras nos señalan este momento, donde entren en escena estos dos personajes, el falso profeta y y el anticristo:
“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase”. (Apocalipsis 13:11-15).
Veamos la noticia en cuestión la que fue publicada por el periodico español "El Mundo":
El Pontificio Consejo para 'Justicia y Paz' del Vaticano, presidido por el cardenal Peter Turkson, considera "surrealista" y "anacrónico" que se mantenga con la globalización el orden internacional nacido de la Paz de Westfalia (1648), por lo que aboga por que los Estados cedan de manera gradual parte de sus soberanías a una Autoridad Política Mundial y un Banco Central Mundial.
El dicasterio vaticano reclama que esta Autoridad tenga "un horizonte planetario" y esté formado por "super-partes según el principio de subsidiariedad". Es decir, que sea "la expresión de un acuerdo libre y compartido" entre países dirigidos por la Organización de las Naciones Unidas.
El objetivo de esta autoridad sería "crear mercados eficientes y eficaces para que no estén protegidos por políticas nacionales paternalistas". En opinión del Vaticano, el Fondo Monetario Internacional (FMI) "ha perdido su capacidad de garantizar la estabilidad financiera global", por lo que es necesaria la creación de un banco central mundial.
Este organismo "regularía el sistema de los cambios monetarios" y las actividades "bancarias y financieras" basándose en "lo espiritual y la ética". Entre sus funciones estaría imponer tasaciones a las transacciones financieras para la constitución de una reserva mundial que ayude a los países en crisis.
Además de apoyar esta 'tasa Tobin', El Vaticano también condiciona la recapitalización de los bancos con fondos públicos "a comportamientos virtuosos y con el objetivo de desarrollar la economía real".
La Santa Sede asegura que el liberalismo económico "sin reglas y sin controles" es una de las causas de la actual crisis económica y ha denunciado la existencia de mercados financieros fundamentalmente especulativos, dañinos para la economía real, especialmente para los países débiles".
La crisis económica, agrega este documento de 41 páginas inspirado en la encíclica de Benedicto XVI "Caritas in veritate", está causada por el utilitarismo, el individualismo y la tecnocracia, "tres ideologías que tienen un efecto devastador".
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