Según la supuesta profecía de San Malaquías que data desde el año 1139, donde enuncia un listado de los últimos 112 papas que gobernarían la Iglesia Católica romana, estaríamos llegando con la renuncia de Benedicto XVI a la elección del último de estos pontífices, sin embargo, en esta oportunidad no quiero hacer elucubraciones sobre la elección de este supuesto último Papa, si no que quiero detenerme en este papa número 111, que según esta supuesta profecía lleva el título de la “Gloria del Olivo”.
La renuncia de Benedicto XVI ciertamente ha impactado a todo el mundo, y frente a eso no podemos quedar indiferentes ante semejante anuncio. Además de constituirse en un suceso que no tiene precedentes en la historia moderna, muestra, creo que por primera vez tan explícitamente, la profunda crisis en el ceno de esta iglesia, más aún ante las declaraciones del renunciado pontífice realizadas el día miércoles 13 de febrero donde se refería a las divisiones y a la hipocresía del clero vaticano.
La imagen que casi todo el mundo tenia de Joseph Ratzinger, era la de un tipo casi inquisidor, alimentaba aún más es idea el hecho de que era el prefecto para la doctrina de la fe (ex Santo Oficio), además de ultra conservador e intransigente, y aunque es claro que esta institución es apostata desde el principio y desde sus bases, por lo menos Joseph Ratzinger mostró con sus escrito una búsqueda, de quien se supone es el motivo de esta iglesia, Jesús de Nazaret, pues la búsqueda de aquel, es algo que hace siglos esta absolutamente en segundo plano, en desmedro de la absoluta búsqueda de poder, en pos del cual se han cometido toda clase de crímenes que han permanecido impunes con el paso de los siglos.
Con el paso de los días ha quedado claro que Benedicto XVI no ha renunciado por padecer de algún problema de Salud, esto es netamente un problema de pugnas de poder, y un anciano ciertamente ya no posee la fuerza para luchar en contra de estos poderes, los que lo han obligado a hacerse a un costado, para que los llamados “príncipes de la iglesia” se puedan comer los ojos tranquilos entre ellos, como leí un comentario muy certero del periódico español El País, titulado “el papa renuncia para limpiar el vaticano”, que dice: “La dimisión de Ratzinger no se puede interpretar por tanto como un acto de rendición. Sino como la única posibilidad de gritar de un hombre que jamás levantó la voz”, su renuncia por tanto es una protesta contra este sistema putrefacto que gobierna los oscuros pasillos del Vaticano, y que como el mismo dijo, ya no posee las fuerzas para luchar contra ellos.
Dentro del listado que confeccionó San Malaquías, este papa número 111, lleva el titulo de “La Gloria del Olivo”, y ya desde su nombramiento se ha buscado darle una interpretación que se ajuste con Joseph Ratzinger, esbozándose el hecho que los benedictinos, de donde proviene su nombre pontificio, eran llamados también olivetanos, sin embargo el curso de los hechos puede darle un significado más definitivo, al que seria bueno poner atención.
El Olivo representa a Israel, y a ese pueblo que aún continua perdido (Romanos Cap. 11), al cual esa ramera que habita en el vaticano ha usurpado su lugar, existe un lugar en Israel, hasta el día de hoy, que lleva por nombre Getsemaní, cuyo significado en arameo es “Lagar de los Olivos”, fue en aquel lugar donde Jesucristo, en su momento de pasión y agonía sudó sangre antes del sacrificio que debía realizar por la redención de la humanidad, ahí lo tomaron detenido para llevarlo delante de sus acusadores, para el día siguiente ser crucificado, en aquel momento histórico el culto original había sido reemplazado por una religión que oprimía al pueblo representado por fariseos y saduceos, quienes ostentaban el poder religioso en Israel, dos facciones que llevaron a la destrucción de Israel, el Mesías que traía la verdad, siendo el mismo la verdad que se presentaba delante de sus ojos, sufría la ira desencadenada de estos hijos del demonio, sin embargo con sus acciones no hacían más que cumplir con las escrituras. El olivo tiene un gran significado, y significa el pueblo de Israel y la restauración de su reinado, bajo la dirección de su rey y Mesías. La historia de alguna manera nos ha enseñado a través de sucesos que ocurrieron en el pasado, los que de alguna manera vuelven a replicarse en el futuro, después de la crucifixión del Mesías, el reino de Juda llegó a su fin, produciéndose una diáspora que se ha extendido por dos mil años, sin embargo esta escrito que será restaurado al final de los tiempos (Oseas 1; Ezequiel 37), no sin antes destruir a esta ramera que ha venido a usurpar el lugar que le corresponde a Israel (no confundir con el sionismo actual) (Apocalipsis 17 y 18).
Sin duda esta habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo ha rebasado los límites de la maldad, el libro de Apocalipsis lo describe de manera exacta “Porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (Apocalipsis 18:5). En lo personal cuando vi aquel rayo que golpeo la cúpula de la basílica de San Pedro, me imagine que el juicio de Dios ya había caído sobre esta inmunda institución, pues además así esta escrito, caerá el juicio sobre ella y será destruida, como lo fue el templo de Jerusalen el año 70 después de convertirse exactamente en el mismo panorama que hoy esta ante nuestros ojos.
Por otro lado, Juan Pablo II ha sido presentado como un hombre santo ante las multitudes y quien habría llevado a la Iglesia a su nivel más alto quizás, la realidad es que este hombre no hizo otra cosa que terminar de corromper y destruir a esta Institución, aunque como lo hemos mencionado, todos los cimientos de ella nacieron corrompidos, Juan Pablo II fue el perfecto Padrino, o protector, de los delitos más deleznables de los seres humanos, Juan Pablo II fue líder ideal para cometer toda clase de transgresiones y permanecer inmunes, cobijó a la pederastia y el abuso contra miles de menores a través de todo el mundo, y protegió hasta el final de su papado a miles de pedófilos; permitió que la mafia operara impunemente, con todo lo que eso significa, extorsión, asesinatos, evasión de impuestos, malversación de recursos, etc., poniendo a disposición de ellos la banca vaticana para cometer toda clase de estafas, las que en estos días quedan al descubierto con el llamado Vatileaks, aún agotado y al límite de sus fuerzas mantuvo esta protección a toda la corrupción que inunda todos los cimientos de la Iglesia Católica, ¿Juan Pablo II significo un período de esplendor para esta Iglesia?, Si, en su mandato pudieron cometer toda clase de crímenes, por lo tanto es un período de esplendor para todos aquellos que se privilegiaron en su papado.
La Gloria del Olivo por lo tanto, es la restauración de aquella novia virgen, que el señor redimió, sudando sangre en el “Lagar de los olivos”, y el final de esta ramera, que otorga un amor falso y favores sexuales a cambio de riquezas.
Toma mucho sentido el lema para el período de Benedicto XVI, la Gloria del Olivo esta representado al final de su pontificado, despojado de su poder por los fariseos y saduceos actuales, quedando “curiosamente” a la dimisión de Benedicto XVI claramente dos fuerza en pugna por el poder, las fuerzas lideradas por Tarcisio Bertone y por Ángelo Sodano, quienes aspiran a tomar el control de esta habitación de demonios, sin embargo serán ellos mismos, como ocurrió en el antigua Israel, quienes la lleven a su destrucción definitiva.
La palabra de Dios ha dado su sentencia contra esta Gran Ramera, sentencia que quedó registrada en los capítulos 17 y 18 del libro de Apocalipsis, donde Juan dice: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella pueblo mío, para que no seáis partícipe de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (Apocalipsis 18:4-5), su maldad ha llegado hasta el cielo, y existe pueblo de Dios que sigue esclavo de esta gran ramera, pueblo al que Dios llama a salir de ella. Da la impresión que aquel rayo caído sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro el pasado 11 de Febrero diera inicio al juicio de Dios sobre la madre de todas las abominaciones de la tierra.